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jueves, 17 de julio de 2014

Abrazo.

Si la historia de la humanidad fuese una playa, nosotros seríamos solamente un granito de arena. Un minimo granito de arena, indivisible.
Nacés, pestaneás, y de repente tenés treinta años.
Y en esos treinta años ganás muchas cosas y perdés muchas otras.
Y en la cotidianeidad de este paso por el mundo, nos pasan cosas trágicas, terribles, casi insuperables... como ser cuando no tenés señal de movil. O cuando no te funciona el wifi. O cuando te quedás sin hielo...
Cuando el lavarropas se traba.
Cuando no se envía un mensaje.
Cuando no te responden.
Cuando llueve.
Cuando no llueve.
Cuando tu jefe rompe los huevos.
Cuando rendis un parcial.
Cuando perdés al futbol.
Cuando errás un penal.
Cuando tu amigo se compra la misma remera que te compraste vos.
Cuando el perro te caga adentro.
Cuando te resfriás.
Cuando hace frío.
Cuando extrañás el frío.
Cuando se te rompe el cierre de la campera.
Cuando perdés la llave.
Cuando se te rompe una uña.
Cuando morís de celos por alguna gilada.
Cuando te portás mal.
Cuando quedás como un boludo.
Cuando te cagan.
Cuando pagás algo mas de lo que vale.
Cuando el jean te aprieta.
Cuando el control remoto no responde.
Cuando Skype se cuelga.
Cuando el diariero se olvida de tirarte el diario.
Cuando una serie termina mal.
Sigo?
Re trágicas, no?
Estas tragedias nuestras de cada día nos tocan hasta el último nervio del corazón, provocando una barrera entre la realidad y la felicidad.
Solo son superadas por otro tipo de tragedias. Las verdaderas. Las importantes.
Ya va a llegar el día en el que valoremos todo lo que tenemos sin la necesidad de haber sufrido algo verdaderamente grave.
Te abrazo, Natalia, en el triste momento que estás pasando y que te va a acompañar por siempre. Hoy me duele tu dolor. Y lo hago carne en mi para lograr así que, tal vez, te duela un poquitititititititito menos a vos.